El otro dia, en un blog de alguien que recién conocí (y a quien agradezco la recomendación), vi un link a una película interesantísima, que tenía que ver con uno de mis dilemas existenciales. Este dilema tiene que ver con dejar ir o no dejar ir.
A veces tenemos que dejar de controlar, y esperar que las cosas se desarrollen y caigan por su propio peso. Y que se alejen o se acerquen, conforme sea lo que tiene que ocurrir. Porque podemos esforzarnos para mantener lo que deseamos a nuestro lado (una persona, un trabajo, un objeto), pero si vamos en contra de las "leyes naturales", no tendremos éxito a la larga.
Es entonces que tenemos que bregar con nuestro sentimiento, nuestro ego. Mi mente me traiciona. Por más que pienso que debo dejar de pensar en éso, se hace sumamente dificil. Y lo que deseo es llegar y entrar en ese estado de tranquilida, que me da el lograr lo que quiero.
A veces hay que perseverar. Pero a veces hay que dejar que las cosas ocurran.
Y finalmente piensas si tienes que inventarte tú mismo la vida que vas a vivir, y no seguir los convencionalismos establecidos. O atenerte a lo que es más inmediato y dejar de mirar hacia ese otro lado.
Pero es que es un verdadero dilema.
Pues ese es el dilema que presenta esta película: dejar de controlar, dejar el ego a un lado, dejar el drama. Tiene sentido para mí. Pero de por si solo no me quita la nostalgia. Tengo que revisitar la idea muchas veces y darme tender loving care mental para estar cool y no estancarme.
Bueno, hasta la proxima, que el dia sigue. Como dijo Mr. Frost, "I have promises to keep...".
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